Hace unos días vi en un noticiero de alguna de las cadenas nacionales la noticia de la inauguración del montaje artístico Palimpsesto en el Palacio de Cristal de Madrid de la escultora o creadora Colombiana Doris Salcedo.
En principio el montaje me pareció magnífico, la idea aparte de original me pareció que recogía el hecho de la desaparición de miles de personas en el Mediterráneo, ahogadas intentando llegar a un mundo mejor (supuestamente y seguramente para ellos si.) engañadas por mafias que trafican con ellos a un precio elevadísimo y que demuestra como ningún otro hecho, salvo la guerra, la maldad del ser humano contra sí mismo y que homenajeaba a miles de personas que de esta manera dejaban de ser anónimas y se les ponía nombre, primer paso para que el problema deje de ser un simple número (proyecto Migrantes desaparecidos ver) que crece día a día como una estadística mas.
Sin embargo la noticia en sí no iba del problema migratorio, ni de los muertos en el mediterráneo, la noticia (Quizas problema de enfoque de los productores del noticiero) iba de la exposición en sí y del alarde tecnológico que se ha empleado en la construcción del memorial.
Os extraigo un trozo de un artículo (que podéis leer entero aquí leer).
La complejidad técnica de la instalación, donde el agua adquiere tanto protagonismo, requirió de un equipo de ingenieros, bioquímicos y arquitectos para conseguir que brotaran los charcos de palabras. La artista concibió su obra como una oración fúnebre, una poética del duelo con la que restaurar la dignidad y la humanidad arrebatadas por el mar y por nuestra indiferencia a tantos desaparecidos, un contra-monumento simbólico y despojado de grandilocuencia donde nada estuviera grabado en grandes bloques de piedra; un memorial efímero que conectase al espectador con la vida de las víctimas. “El arte se sitúaentre la esperanza y la desesperanza”, dijo; “los artistas creamos un poco en vano, como si pudiéramos remendar la vida, arreglar lo que no se puede reparar porque es irreparable”.
Una instalación que ha ocupado según la artista 5 años de trabajo de 30 personas y tres semanas de montaje, un complejo sistema de ordenadores, microbombas, 10 kilómetros de tubos (20 toneladas de equipamiento) "Todo vale con tal de que se produzca la magia buscada" según la artista que explicó su obra en una conferencia. (leer)
La exposición no es fija ni para siempre, se desmontará el 1 de abril de 2018.
Viendo el reportaje (mínimo en el tiempo de un telediario) me surgió inmediatamente una pregunta ¿Quien paga todo esto? ¿Cuanto ha costado?.
No quisiera desde aquí banalizar el trabajo de la artista y su equipo, para ser justos leyendo el artículo (en el noticiero no se hablaba de esto) el proyecto no solo era la instalación, se trataba de sacar a la luz los nombres de los desaparecidos y según las artista han dedicado mucho tiempo a investigar sobre quienes eran, viajando a todos los lugares del mediterráneo donde aparecían los cadáveres e investigando de donde venían y como habían sido engañados. La tarea ha tenido que ser ardua y sobre todo desesperante.
Sin embargo viendo la noticia que se centraba únicamente en la instalación, en el logro tecnológico y en lo complejo del sistema, se me ocurría que todo ese esfuerzo, todo ese dinero, toda esa gente que se ha prestado a emplear tanto recurso, tanto dinero etc si se hubiera dedicado a apoyar los medios para salvar algunas de esas vidas, apoyando campañas in situ (no todo el mundo puede, sabe o quiere ir a los lugares en si) patrocinando alguno de los muchos barcos que voluntarios ponen a disposición de las ONG que operan en el Mediterráneo, solo como ejemplo, algunas de esas vidas hubieran podido ser salvadas. (La exposición es gratuita, pero supongo que se habrá habilitado alguna manera de recoger dinero para la causa).
Es un dilema que se produce mucho en estos tiempos. Usamos dinero en conocer cuantos y quienes son los que han muerto intentando cruzar el estrecho? o lo usamos en ayudarlos a cruzarlo con mas seguridad y contribuimos a que sean menos los desaparecidos? o lo usamos en ayudar en campañas en sus lugares de origen para que no tengan la necesidad de migrar hacia un mundo mejor?.
Sinceramente no tengo la solución al dilema, no creo que nadie la tenga, es más no creo que haya una solución única y sobre todo, habiendo solución, ¿estamos dispuestos a aplicarla si eso significa que nuestro nivel de vida se va a ver mermado?.
Cuando empecé a escribir este artículo creo que tenia muy claro que la idea no me parecía bien, más bien el empleo de tanto dispendio solo para dar a conocer un problema que pocas veces queremos conocer. Sin embargo si que creo que se deben hacer campañas para recordarnos que hay quien muere por querer venir a "nuestro mundo", pero sin perder de vista el objetivo final y adecuar los medios para cada cosa.
La cuestión además entronca con otro eterno dilema que me preocupa desde hace años. Recuerdo que en el año 92 coincidiendo con la inauguración de la Expo de Sevilla, hubo manifestaciones en contra, quizás muchos no lo recuerden pero hubo sus cargas policiales y hasta tres heridos de bala, de la policía, detenidos y hasta deportados. Los manifestantes reclamaban que no se utilizara dinero público para temas de ocio, celebraciones, manifestaciones artísticas o de exposiciones, palacios de la opera etc mientras en España o en el mundo una persona pasara hambre o muriera a consecuencia de problemas económicos.
Es una cuestión moral y que pocas veces nos planteamos, quizás se emplea con cierta demagogia por unos y con ligereza por otros, pero como me suele pasar cuando me encuentro con un dilema de este tipo, yo no tengo la solución.