Ese día fue especialmente emocionante para mi, no porque sea australiano, si no, por la participación que tuve unos meses antes de la inauguración de la Expo en el proyecto del pabellón que representaba a dicho país.
Fueron varios los pabellones en los que intervine como parte del equipo que diseñó y calculó las estructuras al pertenecer a la empresa Calconsa, que fue la responsable del cálculo de muchas de las estructuras de los pabellones de la Expo. Pero este pabellón fue en el que más intervine y en el que mas dedicación y contacto con los arquitectos responsables del proyecto y de la dirección de la obra tuve, Alberto Donaire y Eduardo Zúñiga además de los Arquitectos australianos autores del anteproyecto.
La estructura tenía además muchas complicaciones que fuimos solventando a la vez que aprendía muchos de los truquitos del oficio. Grandes luces con muchas limitaciones de espacio, grandes cargas (incluso una pecera gigante que iba a contener un tiburón blanco, que al final no viajó a Sevilla y se substituyó por miles de peces de arrecife australiano) temas de seguridad por que se iba a exponer el mayor diamante del mundo y sobre todo muchos problemas creados por un auditorio que giraba a una velocidad determinada para conseguir un determinado efecto con la proyección de una película previamente hecha.
Además la estructura tenía de todo, telas tensadas, partes confeccionadas estructura estérea de tubos y rótulas, partes tensadas y postensadas con cables, y sobre todo una cimentación previa que no coincidía con la geometría de la estructura del pabellón final.
El proyecto constituyó todo un laboratorio de estructuras de todo tipo y un gran taller de aprendizaje para mi de todo lo que después ha sido mi vida laboral hasta ahora.
Cuando acabó la Expo el pabellón fue demolido cumplidos sus seis meses de vida. Lo cual por una parte me causo mucha pena por no poder ver más el edificio al que tanto tiempo había dedicado, pero por otra parte me produjo un cierto alivio por la inseguridad que en mi me causaba alguna de las decisiones que se habían tomado, siendo yo tan neófito en el oficio con gran valentía por parte de la empresa que me contrató para ello.